Hay bodas que no necesitan multitudes ni grandes producciones para ser memorables. Stefy y Lucas lo supieron desde el primer momento: querían una celebración íntima, sincera, donde cada palabra y cada mirada tuvieran sentido. Y así fue. Una ceremonia al atardecer, con la luz dorada filtrándose entre los árboles de San Isidro, marcó el inicio de una de las bodas más emotivas que he tenido el privilegio de documentar.
La ceremonia fue pequeña, sí, pero gigante en emociones. Rodeados de un grupo selecto de amigos y familiares, Stefy y Lucas se prometieron amor eterno mientras los speechs de sus hermanos y amigos más cercanos nos arrancaban sonrisas, lágrimas y carcajadas. No hubo protocolos rígidos, solo sentimientos reales y una atmósfera cargada de amor y gratitud.
Después de los abrazos y los brindis, la recepción nos esperaba bajo una carpa decorada con luces cálidas, textiles naturales y detalles boho en cada rincón. La música en vivo, a cargo de una banda de jazz, envolvió la noche con ese swing suave que invita a cerrar los ojos y dejarse llevar.
Fue una celebración donde todo fluyó con armonía, como si el universo entero conspirara para que esa noche fuera perfecta, y muy divertida!
Stefy y Lucas celebraron el amor a su manera: libre, genuino y profundamente humano.
Y eso, para mí, es lo que hace que una boda sea inolvidable.
